Genalguacil y el arte de no ser invisible

La despoblación es un fenómeno demográfico. De ese escriben plumas expertas y aquí no encontrarán una. Sin embargo, no atendemos a que es un fenómeno emocional. Años conociendo de primera mano la provincia de Málaga me llevan a pensar que la despoblación es la historia de una derrota.

Las administraciones han invertido cientos de millones de euros en los pueblos (no siempre en las necesidades verdaderas o en proyectos de cambio). Sería injusto manifestar desidia hacia los pueblos por parte de muchos representantes públicos que sienten orgullo por los propios, han reivindicado ese origen y han defendido carreteras dignas, infraestructuras e ideas que generan oportunidades o servicios públicos, como la atención a domicilio, para que lleguen a esos rincones.

El olvido de las administraciones, quizá presionados por las demandas urbanas (legítimas o interesadas), ha sido no reivindicar la vida rural como alternativa a la urbana. Los pueblos no morían por ellos mismos. Era el éxito de la vida urbana, de la concentración de bienes, personas y servicios. Incluso el resurgimiento de lo rural hace menos de tres décadas se debió a concebirlo como lugar de descanso para la problación urbana. Ir de turismo rural. Y muchas inversiones han ido para captar el atractivo efímero del turista.

Cultura para combatir la despoblación

Hemos afrontado la cuestión como un asunto de incompatibilidad entre lo urbano y lo rural. Ahí es donde lo rural ha perdido el combate. Por ahora. La pandemia del coronavirus puede acelerar una vuelta a lo rural.

Esa pugna acaba con la derrota, por ahora, de un estilo de vida lento, pausado, idealista, solidario y tradicional (no siempre conservador). Ha vencido la ciudad como lugar de intercambio económico (laboral, financiero) y de ocio asegurado.

Me declaro urbano, si bien los años y la experiencia me han llevado a comprender que el pueblo es una forma tan urbana como la ciudad (mismos problemas, expectativas de la gente) con una cultura propia. La diferencia estriba no en el entorno natural (el litoral tiene el mar, espacio natural por excelencia), sino en el modelo de vida. En Cataluña se habla de territorios serenos. La RAE define sereno como «apacible, sosegado, sin turbación física o moral».

Amo las ciudades, confieso, su ajetreo. Pero reinvidico el derecho a vivir donde cada cual quiera. Y trabajo para que así sea. Para cumplirlo debe existir igualdad de oportunidades. A nadie se le puede cortar de cuajo de sus raíces. De esa tierra (la misma donde crecían los hombres en Amanece que no es poco). Para muchas personas, lo rural no es una opción. Es su vida.

Encuentros de Arte de Genalguacil

Así las cosas, el sueño de la política rural no creó monstruos, alumbró ideas para reivindicarse y vencer. Es el caso de Genalguacil, Málaga. En 1994, Fernando Centeno, alcalde por entonces de este pueblo, creyó que la cultura podía ser la tabla de salvación de un pueblo que perdía población a puñados. Nacieron los Encuentros de Arte de Genalguacil. Desde aquel año 180 artistas han llenado el pueblo de obras de arte y le ha permitido acumular un patrimonio artístico sin precedentes en un municipio con menos de 400 habitantes.

El pueblo se presenta al mundo como pueblo museo. Pero no es solo un proyecto contemplativo (llenamos de esculturas un pueblo blanco para que sea parada obligatoria en una excursión por la Serranía de Ronda). Es que el pueblo, su gente, su naturaleza inspira arte y al artosta. El arte bebe del pueblo, los artistas, en una muy amplia mayoría, son absorbidos por los estímulos ambientales, por las historias de la gente o sus propios rostros.

Los Encuentros de Arte de Genalguacil han cambiado la fisonomía del pueblo, pero sobre todo ha reinventado su destino y me atrevo a escribir, ha agrandado la autoestima de su población.

El alcalde Miguel Ángel Herrera habla con tanto entusiasmo de este proyecto que el más insensible de los gestores públicos caería convencido en sus redes. Te muestra, como ha hecho estos días en la visita del grupo del PSOE de la Diputación, las novedades, te acompaña a conocer la obra de los artistas becados (cada dos años se celebran los encuentros), pero sobre todo te cuenta qué quiere hacer en el siguiente año. Ideas no faltan y novedades habrá.

La Diputación no colabora con los Encuentros de Arte de Genalguacil

La Diputación de Málaga retiró la subvención al proyecto en 2018. Lo dejó en el aire pero el Ayuntamiento logró sacarlo adelante. El PSOE ha reclamado que se recupere esa subvención en múltiples iniciativas políticas. Esta edición, de nuevo, se queda sin financiación de la institución provincial. No se entiende que un proyecto que ocupa páginas en el New York Times (para quienes quieran argumentos de imagen internacional) sufra este desprecio político. En 2018, en un debate no dudé en tachar esta actitud de sectaria. Y hoy me ratifico. No hay argumentos legales (pese a que el equipo de gobierno del PP esgrime problemas de justificación en la subvención) ni culturales.

Es momento de rectificar, de acordar con el Ayuntamiento de Genalguacil una ayuda porque este proyecto es de carácter provincial, trasciende los límites del municipio. Mientras tanto, seguiremos apoyando, dentro de nuestras posibilidades, este sueño hecho realidad, porque Genalguacil ha vencido, ha triunfado en el arte de no ser invisible.

Abierto a comentarios y a debatir.


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